Desarrollo
histórico de la Química Orgánica

En 1807, Berzelius definió por primera vez la
Química Orgánica como el estudio de los compuestos derivados de seres vivos, y
junto a otros hombres de ciencia de la época acuñó por vez primera el término “fuerza vital” para expresar la
incapacidad humana de prepararlos en el laboratorio, dando lugar a la corriente
filosófica conocida como “Vitalismo” que siguió vigente durante el primer
tercio del siglo XIX. Berzelius arguyó que los compuestos orgánicos no podían
ser sintetizados en el laboratorio, aduciendo que los valores obtenidos por
combustión desafiaban toda lógica establecida en las leyes La crisis de este
planteamiento, denominado vitalismo, llevó consigo el rápido desarrollo de la
química de la materia orgánica en los laboratorios, al margen de esa supuesta
“fuerza vital”. La fuerza “vital” o “fuerza vegetativa” llevaría al famoso químico
Luis Pasteur a desafiar estas ideas, poniendo su acento y modelo de estudio en
el origen de algunas enfermedades y en la fabricación del vino. Sus estudios
muy rigurosos e imaginativos desarrollados en la segunda mitad del siglo XIX
demostrarían que no existía esa “fuerza vital o vegetativa”.
La teoría de la fuerza vital se representa en
el siguiente esquema, en el cual se establece la diferencia entre los compuestos
inorgánicos de los orgánicos, debido a la existencia en estos últimos de la
influencia de la fuerza vital.

Antes de los aportes de Wölher, los químicos
creían que para sintetizar sustancias orgánicas era imprescindible la
intervención de la fuerza vital. El experimento de Wöhler rompió la barrera
entre el conocimiento de las sustancias orgánicas e inorgánicas. Los químicos
consideran hoy compuestos orgánicos a aquellos que contienen carbono en su
estructura, ademas de otros elementos (que pueden ser uno o más), entre los cuales
los más comunes son: hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, azufre y los halógenos.
En la actualidad, la química orgánica se la llama también química del
carbono.
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